O pagamos todos, o rompemos la baraja

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Resulta llamativa la parsimonia con la que se introducen en los procedimientos judiciales afirmaciones e incluso documentos de los que cabe sospechar fundadamente una defraudación tributaria.

Y es que hay gente a la que no se le tuerce el gesto mientras te cuenta en un juicio el trasiego de miles de euros en efectivo para tal o cual menester, usando sin pudor la expresión «dinero b», en la creencia de que suena mejor que «dinero negro». Elegantes que son ellos.

Tampoco se privan de aportar a los procedimientos documentos con los que la prueba del fraude queda consignada.

Habitualmente son cantidades pequeñas: fianzas no depositadas, alquileres no declarados…

Pero lo preocupante del asunto es la extensión del mal. Dichos asuntos son legión.

En tales casos doy cumplimiento al deber de colaboración tributaria que me impone la Ley y remito los particulares oportunos a la Administración tributaria competente.

Y es que hacienda, seguimos sin ser todos.

Jorge-Oswaldo Cañadas Santamaría.